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12 jun 2009

Un canto a la casquería, qué hacer con el hígado de rape.


(Este artículo no es apto para vegetarianos, aviso a navegantes!)

No suelo acostumbrar a escribir dos post tan seguidos, pero ser “ama de mi casa” da mucho juego. Como ya no hago la compra una vez a la semana, sino que tengo tiempo de rebuscar entre otros comercios que no sean hipermercados, pues me ocurren curiosidades como las de hoy. Os cuento.

Estaba yo haciendo mi comprita del día, sin recordar muy bien qué hacía falta en la despensa, cuando me he acercado a la pescadería a curiosear si había algo interesante. La verdad, es que había un surtido de rapes a muy buen precio, así que he decidido en ese momento que mañana prepararía una ensalada de rape con mahonesa. Pero sigo, que me desvío. Cuando me estaban atendiendo, le he indicado a la dependienta que por favor, no tirara el hígado, que me lo quería llevar. La chica sorprendida me pregunta que cómo lo cocino, porque ella no lo ha probado nunca. Le explico que yo no me complico, porque realmente es un manjar: lo hago a la plancha con un chorrito de limón. La moza asombradísima por mi respuesta me dice que el 99% de los hígados de rape que limpia van a la basura, que si quiero, me da alguno más. Yo encantada por supuesto, y me voy con tres hígados de rape preciosos.

Moraleja: si te sirven un entrante con hígado de rape presentado en un plato de medio metro, adornado con los perifollos de rigor, en un restaurante de 17 tenedores, a la luz de las velas, estás comiendo una verdadera “delicatessen”. Pero si ves al hígado colgando de un pobre rape en una pescadería, ya no vale nada, hay que tirarlo. Qué poco mundo señores!

Un poquito de respeto a los despojos que con tanta facilidad despreciamos con asco, porque no tienen buen aspecto. Desde aquí mi voz a favor de los guisos con sesos, hígados, riñones, morros, lengua, callos, sangre, mollejas, patas, criadillas, menudillos y otras exquisiteces. Triste de espíritu gastronómico el que no los haya probado, porque son una bomba de proteínas y minerales, (también son una bomba para el colesterol, desgraciadamente). Sólo tenemos que buscar en Internet recetas con cualquiera de ellos, encontraremos cientos, porque se han cocinado desde “secula seculorum”, y si no, que se lo digan a los romanos de Asterix y Obelix.

Y hoy acabaré con una frase típica de mi padre “cómo se nota que no habéis pasado la guerra, ni las pieles dejaríais!”. A su salud!

Ver otros artículos parecidos: Txangurro al horno.

1 comentario:

  1. Pues el higado de rape hecho en la barbacoa, no tiene comparación, es exquisito.

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monica.carratala@gmail.com