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8 ago 2017

Fin de semana galego-gastronómico total


En primer lugar agradecer mucho, muchísimo que Luis y Beti, me hayan acogido en su casa como si fuera su propia hija. Ya no me acordaba lo que era tener a alguien que te cuide de verdad y se preocupe por ti. Es maravilloso! Ludyta, tienes unos padres estupendos. Moitas grazas!

(Beti, te juro que tus platos de caza son exquisitos. Después de probar tus guisos, hay un antes y un después para la gastronomía de caza. Gracias!!)



Geográficamente hablando ..


Este finde lo he pasado en pleno corazón gallego, y desde luego así fue. La tierras de Melide, al sur de A Coruña, hacen frontera con Pontevedra y con Lugo, con lo cual un pasito p'alante te plantas en Lugo, un pasito p'atrás en Pontevedra. Digo esto, para situaros geográficamente.

Dicen las malas lenguas que en Melide se come el mejor pulgo galego del mundo!.  En Casa Ezequiel. Lo cierto es que el local está a tope de peregrinos que no quieren perderse el pulpo recién cocido y cortado por manos expertas. Por supuesto, no quise irme sin probarlo, así que doy fe, que si no es el mejor pulpo, por lo menos es un pulpo exquisito!!


Sus gentes, sus costumbres


Aunque suene pretencioso, estos dos días me han hecho intuir cómo son los gallegos de estos pueblos. Así que me lanzo a la osadía de opinar, ya lo siento.

Lo bueno y lo malo de vivir en un pueblo es que todos se conocen, para bien y para mal. Pero lo cierto es que entre ellos hay una camaradería que ya la quisiera yo en las ciudades. La supervivencia en los campos se sostiene por la camaradería entre vecinos y familiares. Y ante las desgracias, todos se vuelcan. Imagino que algunos simplemente por el qué dirán, pero intuyo que muchos, porque lo sienten de corazón.

Se mantienen las costumbres y las formas, las visitas de cortesía y los agasajos a los vienen y van. Con lo cual te sientes querido y reconfortado siempre.

Vivir en el campo es tener huerta, es tener animales, o ambas cosas a la vez. Es decir, que comes unas verduras sanas, sanísimas, recién recolectadas de tu tierra. Creo que aquí no ha comprado nadie un tomate en el supermercado desde la última glaciación. La comida casera, con esta materia prima, adquiere otra dimensión: la del sabor de verdad.

Si a esto le añades que eres cazador, el congelador industrial se te queda pequeño, y las despensas empiezan a tener un significado. Embotar y consumir en invierno, todo tipo de frutas y verduras. ¿Se podría pedir algo mejor?


La festa do río de Carmoega, lo más de lo más


Cuando me invitaron a ir a esta fiesta no estaba entendiendo bien las dimensiones de lo que iba a vivir... Ellos, que son así, y que están acostumbrados, ni cuenta que se daban, pero yo desde la barrera los veía tal como eran.

Vete tú a saber desde que año remoto las gentes se reúnen en verano para compartir la cosecha recogida y los vinos elaborados. En realidad, éste debía ser el fin de este tipo de fiestas, celebrar la vida y compartir alrededor de una mesa la comida.

Ahora, se sigue haciendo lo mismo, con unos pocos cambios de modernidad. Pero el sentimiento primario sigue siendo el mismo.

Cientos de personas participan de estas celebraciones, yo diría que casi todos se conocen, porque hay besos y abrazos a cualquier hora del día. Imagino que es un buen sitio para reunirse con los que se fueron a buscar otras tierras y que vuelven en vacaciones, y buen sitio para ver a otros vecinos más lejanos. Y como no, aprovechar para celebrar con la familia, que aquí, lo de la familia es como muy importante.

No tengo palabras para describir lo bien que lo pasé y lo bien que me acogieron en su mesa. Yoli, Carmiña, Jose, Isabel, Juan, y otros tantos de los que soy incapaz de acordarme del nombre, y mucho menos del parentesco: la prima, de la nuera, de la hija de la tía ... os juro por dios que lo intenté, pero mi cabeza no dio para más.


La comida, lo importante


Creo que es la primera vez en mi vida, que todo lo que hay encima de la mesa (a excepción de un par de cosillas) está elaborado por los comensales: diferentes tipos de vinos y licores, entrantes y postres... Sólo me faltó una queimada para rematar la jornada, pero os juro que mi estómago no daba para más.

Como en toda comida campestre que se precie, no faltaron las tortillas de patatas, los filetes empanados y el pollo con tomate. Así de base está muy bien.

En el aperitivo, un vermut mezclado con unos pimientos de padrón, buenisísimos.

Isabel y el panadero músico nos hicieron dos empanadas de pollo que estaban p'a morirse. La primera vez que como una empanada galega con masa fina y crujiente! Toma ya!

José y Luis, (y alguno más que no sabría decir) se encargaron de traer los vinos caseros. Oye, chapeau, muy livianos y fáciles de beber.

Muy rico también el lacón que hicieron entre Beti y Luis, yo de hecho, nunca pensé que se pudiera preparar un lacón en casa. Toda mi película con el lacon, es comprarlo en sobres en el supermercado. Así que cuando vi el proceso de elaboración en casa, quedé flipada. Todo así, a lo grande, una pata entera, no vamos a andar con tonterías y quedarnos con hambre!

Llegamos al postre y como no podía ser de otra manera, se sacaron quesos de la tierra con un membrillo casero de escándalo. Gracias Yoli, juro que daré buena cuenta de tu membrillo. Está p'a morirse!

Y llegó el café, toma ya, aquí todo el mundo toma un café de pota (que viene a ser un café solo americano, de puchero) con un chorrito de orujo, de casa claro. Es que allí, todo es de casa. Ni sacarina, ni azúcar moreno ni na de na, un buen chorrito de orujo que calienta el cuerpo.

Y para acompañar el café, algo que se compró de fuera, una tarta de nata, que os juro que no he probado nada mejor en el mundo. Suave, sencilla, entra sola, mamma mía! pero ¿por qué gustará tanto el dulce? Referencia (más para mí que para ti), la panadería que hace esta tarta soberbia es Panadería Hermanos Bouzada en Lalín. Tf 986 580 708


Y si pensabas que habías acabado de comer .... nooooooo, para nada, había que probar unas rosquillas caseras hechas también por la mano maravillosa de Yolanda que yo cuando vi la cesta casi me caigo de la silla! Lo primero que pensé es, ¿cuánto habrá tardado en hacer tantas rosquillas por dios? luego me dijo el secreto y lo entendí. A los que les gustan las rosquillas: nunca habréis probado unas rosquillas como éstas, a los que no les gustan: cambiarían de opinión, seguro!


Bueno, evidentemente, acabamos todos con una infusión de hinojo, más que nada por no pasar una noche toledana. Y es que yo, no tengo medida, soy peor que los niños. Me puede la gula, y así me va!


Qué ver por estas tierras


Para acabar, decir que todas las tierras gallegas son espectaculares, y éstas no iban a ser menos. Te encuentras pequeños hórreos en todas las esquinas, cruceiros y mosteiros, por doquier.




 



Al que me gustó mucho, fue la rehabilitación de un mercado medieval en el pueblo de Agolada, los pendellos de Agolada,  chulísimo. Así, que os dejo algunas fotos para que os hagáis una idea de lo que podéis disfrutar.










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monica.carratala@gmail.com