Hacía tiempo que no escribía nada de Cantabria, así que os voy a hablar un poco del Balneario de Solares y del Restaurante El Tejo, también en Solares.
(Por cierto, antes de entrar en materia, y hablando del agua de Solares. A mí jamás me ha gustado el agua embotellada en PVC de Solares. Lo de "Solares sólo sabe a agua" me parecía una mentira cochina. Sin embargo, la primera vez que fui al Balneario y me sirvieron en el Restaurante del Hotel su agua embotellada en cristal, descubrí el estupendo sabor de ese agua. ¿Por qué sabe tan diferente la que venden en PVC de la que se sirve en cristal allí? ni idea, pero la diferencia es como de la noche al día!)
Bueno, pues eso, el Balneario. Yo que soy forofa de spas y balnearios, me he dejado caer un par de veces por allí. El motivo es evidente, las instalaciones son muy buenas, amplias y bien acondicionadas, y los precios bastante asequibles dentro de ese mundillo.
Es un buen lugar para ir con niños, porque tienen su propio espacio acuático (para los menores de 12 años) y los más mayorcitos, podrán entrar contigo en el circuito termal. La temperatura del agua es estupenda, hay muchísimos chorros, tumbonas y asientos, y en ningún momento te sientes agobiada por la afluencia de público. La zona del pediluvio es preciosa, aunque se paga a parte, pero un día es un día, merece la pena.
La atención al público es estupenda, y ponen a tu servicio gorros y chancletas sin cargo alguno. El circuito básico sale por 18 €, dura aproximadamente una hora, pero nadie te persigue para que no te pases del tiempo establecido. Te dejan que disfrutes tranquilamente a tu aire todo lo que quieras. Además, si tienes contratado algún masaje, no hay problema, se acercan hasta donde estés para guiarte hasta la sala de tratamiento.
Si vas a media mañana (la última hora para entrar a la piscina es a las 12:30), puedes aprovechar para comer por allí. Si tienes sitio, el propio restaurante del Hotel está muy bien (precio menú 25€), o sí no, hay varios restaurantes por la zona recomendados. Nosotros probamos en el Mesón El Tejo (menú fin de semana también 25€), mejor reservar porque suele haber bastante gente, Tfn 942 52 07 14.
Como suele ser habitual en Cantabria, los platos son muy abundantes, para no quedarte con hambre vaya. La decoración no era de estrella Michelin (ni falta que hace), pero disponía de varias dependencias que ofrecían intimidad a los comensales y buen ambiente. La comida era muy buena, a destacar las croquetas caseras y la tarta de queso: IM-PRE-SIO-NAN-TES! Por supuesto, catamos el cocido montañés, que estaba bastante bien, aunque los he comido mejores. Desde luego, tenemos que repetir, porque quedaron muchos platos en la carta sin probar, así que.... volveremos.
Es un buen lugar para ir con niños, porque tienen su propio espacio acuático (para los menores de 12 años) y los más mayorcitos, podrán entrar contigo en el circuito termal. La temperatura del agua es estupenda, hay muchísimos chorros, tumbonas y asientos, y en ningún momento te sientes agobiada por la afluencia de público. La zona del pediluvio es preciosa, aunque se paga a parte, pero un día es un día, merece la pena.
La atención al público es estupenda, y ponen a tu servicio gorros y chancletas sin cargo alguno. El circuito básico sale por 18 €, dura aproximadamente una hora, pero nadie te persigue para que no te pases del tiempo establecido. Te dejan que disfrutes tranquilamente a tu aire todo lo que quieras. Además, si tienes contratado algún masaje, no hay problema, se acercan hasta donde estés para guiarte hasta la sala de tratamiento.
Si vas a media mañana (la última hora para entrar a la piscina es a las 12:30), puedes aprovechar para comer por allí. Si tienes sitio, el propio restaurante del Hotel está muy bien (precio menú 25€), o sí no, hay varios restaurantes por la zona recomendados. Nosotros probamos en el Mesón El Tejo (menú fin de semana también 25€), mejor reservar porque suele haber bastante gente, Tfn 942 52 07 14.
Como suele ser habitual en Cantabria, los platos son muy abundantes, para no quedarte con hambre vaya. La decoración no era de estrella Michelin (ni falta que hace), pero disponía de varias dependencias que ofrecían intimidad a los comensales y buen ambiente. La comida era muy buena, a destacar las croquetas caseras y la tarta de queso: IM-PRE-SIO-NAN-TES! Por supuesto, catamos el cocido montañés, que estaba bastante bien, aunque los he comido mejores. Desde luego, tenemos que repetir, porque quedaron muchos platos en la carta sin probar, así que.... volveremos.
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monica.carratala@gmail.com