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29 ago 2009

Cándido es a Segovia, lo que el cochinillo es a Cándido (primero un Restaurante, ahora un Hotel)

Todo el que va a Segovia tiene en su mente la imagen de un orondo Cándido destrozando un pobre cochinillo a platazos. Esta vez, al visitar la ciudad, he decidido acercarme a su Restaurante y al recién estrenado Hotel que ha erigido en las afueras de Segovia.

He de reconocer que en pocos años, el aspecto que presenta la entrada por el acueducto ha cambiado considerablemente (o por lo menos, a mí me lo parece). Han despejado la entrada de coches construyendo un estupendo párking subterráneo a pocos metros del monumento. Esto facilita mucho la tarea al turista que visita la ciudad, desde luego. Por lo demás, Segovia está como siempre, encantadora y preciosa, con mil y un rincones para visitar.

Pero no nos desviemos, hablemos primero del Restaurante Cándido. Hay dos cosas que debes hacer antes de dejar este mundo: primero, comer pipas facundo, segundo ir al Restaurante Cándido. Y yo, fiel seguidora de costumbres culinarias no he dejado de hacer ni lo uno, ni lo otro.

Antes de nada decir, que realmente no conozco la historia de esta saga de restauradores, sino muy por encima. Es por eso que no hablaré más que de lo que vi.

El restaurante en sí parece un museo fotográfico, y lo que encuentras en el interior, son turistas que como tú únicamente han ido allí para satisfacer su curiorisad. Hay que ver qué se siente (si es que sientes algo) al utilizar las mismas mesas de grandes artistas, políticos destacados y medio mundillo de la realeza.

Yo particularmente no sentí nada, será porque no soy nada mitómana y toda esa parafernalia no me afecta demasiado. Bien es verdad que algunas fotos me revolvieron el estómago, y casi dan al traste con una cena bien servida. Hábloles, de aquel retaco con bigote que durante tantos años tuvo en un puño al País, el tío Paco.

En fin, hablemos de cosas más alegres: la comida. El balance final fue positivo, pero como cualquier otro restaurante de esa categoría y precios. Los primeros platos fueron un poco flojos (me sirvieron espárragos trigueros de lata!! qué sacrilegio!!), pero los segundos estaban estupendos: cochinillo, como no podía ser de otra manera y magret de pato con espuma de queso y compota de pera, excelente. El postre buenísimo, tarta de ponche segoviano (aunque desconozco si la hicieron allí o venía de la pastelería). Precio medio del menú 40 € por comensal.

El servicio, es el mismo que en los años 50. Te tratan de "Don y Doña", pero al venir de una persona tan mayor, no sientes que se hace forzado sino que es así, y siempre ha sido así. No importa que seas un pobre obrero o un alto ejecutivo, al entrar allí, eres un cliente, el mejor cliente y te atienden como tal.

En cuanto al Hotel Cándido, no sabría elegir las palabras. Tiene una construcción muy llamativa, un tanto rimbombante y ostentosa. Han montado un hotel bastante fastuoso, con una decoración muy barroca, pero de una comodidad extraordinaria. Las habitaciones son muy amplias, casi me da un ataque de risa cuando vi la cama (de 2x2 m, por lo menos!) con los cortinones en la cabecera. Tenía el tamaño de un campo de fútbol y con tanto de retrato de los monárquicos españoles, parecía que estaba en el Real Palacio de la Granja de San Ildefonso.

El cuarto de baño era estupendo, con compartimentos bien diferenciados (inodoro, ducha, bañera..) y todo en elegante mármol.

El spa sin embargo, un fracaso absoluto. Primero, te hacían pagar 10 € por la entrada, que no me parecería mal si el spa lo valiera, pero se trataba únicamente de una piscina con agua más bien templada, sin apenas chorros de masaje ¿donde está el spa entonces? Nada, suspendidos en esta faceta.

Falta el desayuno. El buffet del desayuno no estaba mal, como muchos otros. Lo que me dejó realmente impactada fue el uniforme del servicio. De verdad, esta gente se ha quedado anclada en mitad del siglo pasado y no ha avanzado nada. Tienen un gusto absolutamente retro, pero en el justo sentido de la palabra. Tener a una pobre chica con cofia en la cabeza y delantal con tirantes me parece altamente denigrante. Los camareros han dejado de ser criados ¿no se han enterado los de Cándido?, son empleados mejor o peor pagados, pero son empleados con sueldo y seguridad social. En fin, esta imagen del servicio me pareció realmente patética . Señores, estamos muy a su pesar, en el siglo XXI.

En fin, y esto es lo que me pareció el imperio Cándido en Segovia.

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