Antes de nada aclarar por qué lo llaman la Côte
Azur: porque el agua es azul zafiro, un azul como no he visto en las
Baleares o en mi pueblo, Alicante. Un azul fuerte, limpio y brillante que
contrasta con el verde de las montañas, y desgraciadamente con el ladrillo de
los edificios. Pero un azul que compite con cielo en belleza y esplendor. Por eso
le llaman la Costa Azul, ahora lo entiendo.
Llegamos a Villefranche sûr Mer después de
atravesar la inmensa Niza, que ignorante yo, pensaba que era más “pueblito” y
ni por asomo. En mi mente yo ya había decidido que iba a encontrar tanta
tontería junta, que no me iba a gustar nada la zona: ¡Plis-plas!, son las
bofetadas que me tengo que dar porque no espabilo.
Mi amiga Connie de Viatamundo, me había conseguido un
hotelito de dos estrellas en pleno Port
Royal de Villefranche s/ Mer (que así lo escriben los franceses). Le pedía
algo tranquilo, lejos del bullicio y en una zona bonita. Dios!, ni a propósito!
El Hotel
de la Darse es el mejor alojamiento que pudimos encontrar en esta zona.
Sin ruidos, con unas vistas impresionantes, limpio, cómodo, amplio, con terraza
e internet gratuito (por eso os escribo hoy), de verdad todo un lujo.
Como sólo estaríamos un día, decidimos no matarnos a
visitar, que las calles siguen puestas mañana al amanecer, así que nos fuimos a
recorrer el pueblo y después derechitos a la playa. Todo en Villefranche sûr
Mer es encantador, el Fuerte donde está el Hôtel de Ville, las callejas
empedradas, con cuestas imposibles, y hasta los precios! (Que se salen de las
etiquetas)
La playa del pueblo bordea casi toda la ensenada, y su agua
es cristalina y un tanto fría (no tanto como en la Costa de Languedoc, donde a poco se nos congelan los miembros!).
Todo en esta playa es armonioso, los turistas no gritan, los niños apenas meten
ruido, poca gente se baña y nadie te echa encima lo toalla. Ahora bien,
apreciación de mi adolescente hijo, “qué
poca carne fresca hay en esta playa, la más joven tiene 40 años!” Y es
verdad, es un turismo muy chic, que va buscando tranquilidad y no el
chunta-chunta del Pachá!
En este ambiente tan glamuroso, decidimos acercarnos a Cap
Ferrat, llevarnos la merienda y pasar la tarde por las playas de la
zona. Como siempre, el hombre propone y dios dispone! Salimos tarde, el sol se
nos había escapado, y acabamos comiendo una hamburguesa en un snack bastante
cutre, eso sí, con vistas al mar. Pero como la carretera nos retaba tentadora,
decidimos seguir a ver qué había.
Tonta yo, que sabiendo que a la vuelta de la esquina estaba
Mónaco, no se me ocurre otra cosa que ponerme unas bermudas viejas y chancletas
de playa! (se
suponía que íbamos a la playa, no al Casino Royal!) Y ¿dónde nos llevó el coche? Pues hasta el mismo Monte Carlo, como no
podía ser de otra manera! La verdad es que siguiendo la carretera de la costa,
estuve a punto de dar una patada al techo no-solar de mi Toyota Rav4, para
sentirme como Grace Kelly en “Atrapa a un
ladrón”. Luego me dí cuenta, que en Euskadi llevar un descapotable en
invierno no mola, así que mejor abría la ventanilla y sacaba al aire mi viejo foulard!
Estuvimos un buen rato entre ooohhh y aaahhh, mira qué
coche, mira que casa, mira que playa… sí, como el anuncio. Nos reímos un montón
cuando empezamos a recorrer los oscuros
laberintos de la carretera subterránea que da entrada a Mónaco (creo, porque no vimos ningún Bienvenue) y sin GPS, ni mapa, ni na de na, lo único que hacíamos
era seguir al coche de delante…. Así entramos en el país de las maravillas:
Mónaco. Pero dios mío qué asquito de dinero! Y digo yo, para qué quieren tanto
coche, si en esas carreteras de M, no pueden ir a más de 50 km/h???? Y os contaré algo, Mónaco es cautivador, porque
entras y no te deja salir! Debe ser una estrategia turística. Tú sigues la
carretera tout droite, y te da la
vuelta y te lleva para atrás. Y para más inri, te lleva directamente al Casino!
Será para que te dejes los cuatro euros que llevas en el bolsillo! Fíjate tú
que tuvimos que poner el GPS para poder salir de ese mini-vacaciones en el mar!
Bueno, bobadas a parte, la ruta desde Niza hasta Mónaco por
la costa es alucinante, tiene unas vistas preciosas, es 100% recomendable. Y darse
un garbeo por Mónaco con la que está cayendo, pues no sé yo, ya no lo tengo tan
claro. Yo, porque tuve que hacer el mismo recorrido dos veces, intentando salir
del circuito de Monte Carlo, pero si no, sencillamente no me interesan ni las
joyas, ni los Ferrari, ni los casinos despampanantes… lo mío, es el hotelito
tranquilo, delante de un mar precioso, que huele a mi tierra por los cuatro
costados: así es el Mediterráneo!
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monica.carratala@gmail.com