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23 abr 2009

Cáceres, tierra de nadie.


Al comenzar mi primer artículo, no he tenido ninguna duda. Me gustaría hablar de una gran desconocida: Cáceres. Será por su clima mediterráneo (tan cercano a mis orígenes) o por su naturaleza sublime, que quiero estrenar este blog, con un canto hacia sus gentes, sus pueblos, y muy especialmente sus paisajes.

Nuestro primer viaje a estas tierras ricas en vegetación y calmas en ganado, fue por casualidad. Todo el mundo hablaba maravillas del Valle del Jerte! Algunos sin ni siquiera saber en qué provincia se hallaba, claro! Y allá fuimos, buscando los cerezos en flor! Nuestra sorpresa fue mayúscula, porque si bonito es el Jerte, nada tiene que envidiar las dehesas que cubren el territorio o los riachuelos que jalonan la Comarca de la Vera.

Todo el mundo piensa en calor cuando se habla de Extremadura, pero eso es porque no conocen la cara oculta de las montañas del norte. En primavera, el tiempo es excepcional, la mejor época para disfrutar de la provincia. Pero en verano, la frescura de los montes hace mucho más llevadero el sofoco diario. Sierra de Gredos, Sierra de Gata, los montes hurdanos o el Parque Nacional de Monfragüe, aportan frescura y verdor a la provincia.


Y entre montes y dehesas, ríos y embalses, toros y cabras, podemos ir haciendo paraditas en pueblos tan entrañables como Garganta la Olla, con sus famosas casas veratas o Hervás, con su barrio judío. Impensable marcharnos sin visitar Plasencia, Trujillo o Cáceres capital, monumentales y fantásticas. Y preferiblemente, fuera de temporada, Guadalupe, porque aún sin ser religioso tiene un Monasterio que corta la respiración.

Y si el recorrido nos cansa, y queremos alimentar el cuerpo, lo mejor es hacer un alto en el camino, donde no faltarán los buenos embutidos extremeños, los quesos fuertes y recios, las migas con chorizo o el cochifrito de turno. Vamos, menú completo para disparar el colesterol. Y si no somos de mucho apetito, nos bastarán dos o tres consumiciones en un par de bares, que vendrán acompañadas de sus correspondientes tapas. Habremos saciado hambre y sed. (Este párrafo parece sacado de “Un país en la mochila” ¿a qué sí? Es que yo no me perdía un capítulo de Labordeta!!)

Si además, os gusta disfrutar de las aves, Cáceres es un auténtico paraíso. Aproximadamente el 40% de las parejas de cigüeña blanca que anidan en España, lo hacen en sus tierras. Yo creo que en busca de la paz y el calor que ofrece la provincia. Y por supuesto, al mirar al cielo, sí o sí, te tropezarás con un ave rapaz, una urraca o una oropéndola. Estamos 100% en el reino animal.

Luego es curioso, las diferencias tan abrumadoras que encuentras en Cáceres. Hay comarcas que llevan explotando el turismo desde hace mucho y tienen una infraestructura perfectamente establecida (Jerte, Comarca de la Vera, Guadalupe, Trujillo..) y otras, que son prácticamente vírgenes, como las Hurdes.

Todos tenemos en mente la película “Las Hurdes, tierra sin pan” filmada por Buñuel, y es difícil que ante aquel recuerdo nos animemos siquiera a aproximarnos. Pero es hoy en día, para desgracia del turista que se aventura a la excursión, descubrir que apenas quedan rastros históricos de la arquitectura hurdana. La nueva construcción ha arrasado poblaciones enteras quitándoles su personalidad, y propiciando la huida rápida del que se aventura a discurrir entre bancales milenarios, ríos de tintineo constante y montañas misteriosas. (Tendré que seguir investigando la zona hasta descubrir esos rinconcitos deliciosos salvados de la modernidad)

Pero sin ponernos trágicos, porque la ocasión no lo merece, os haré una lista de la compra, para que no se os olvide nada importante al llenar el carro de souvenirs:

- Imprescindible un embutido, o dos, si se tercia, a gusto del consumidor.
- Una mermelada de cerezas del Jerte, divinas!
- Una torta de Casar, para el que le guste el queso fuerte. Si no, un buen queso de cabra, que también abundan.
- Un surtido de cosméticos Chinata, basados en aceite de oliva. Porque queda extremadamente natural decir que te lavas la cabeza con extracto de aceite de oliva. Además, reconozco, que las cremas están bastante bien.
- Unos riquísimos higos al chocolate: IM-PRE-SIO-NAN-TES!!! No olvidarlos!
- Para hacer la digestión, un licorcito de cerezas del Jerte, que entonará el cuerpo.
- Un tarrito de miel y otro de polen, de las Hurdes, para sobrellevar el invierno. Pero no os vayáis a las Hurdes a buscarlos, porque os volveréis locos para encontrar una tienda. Mejor en cualquier comercio de la provincia.
- Por supuesto, es necesidad imperiosa comprar un par de latas de Pimentón de la Vera, para hacer los potajes en condiciones.
- Por último, un aceite de oliva virgen extraordinario, GUALTAMINOS, importante tomad nota de la marca, he probado pocos aceites tan ricos.

Y para finalizar mi retahíla de impresiones, decir, que las imágenes que se quedan en la retina son sin duda, las de las gargantas veratas y el ganado en las dehesas. El olor, el de la vegetación. El sonido, el de los pájaros en primavera.

Cuando vuelva, os contaré más cosas. À bientôt!

2 comentarios:

  1. Yo también he estado en las Hurdes, y su principal atractivo sigue siendo su naturaleza virgen. Hoy en día, es difícil encontrar carreteras que terminen en algún lugar, como en el pueblo del Gasco. Allí encontraréis el maravilloso chorro de la Miacera (cascada) y una antigua mina romana (el volcán del Gasco).

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  2. Felicidades por tu blog, y enhorabuena por tu primer articulo, ya veo que tu viaje por extremadura te ha marcado. Me ha gustado mucho tu sección de compras, e imagino que te llevarías el coche hasta arriba, y con un buen ambientador, porque entre el embutido y los quesos... Bueno, pues sigue escribiendo que te seguiré leyendo.

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monica.carratala@gmail.com